Las industrias
textiles y siderúrgicas fueron las primeras en desarrollarse. Los ingleses
contaban con abundante algodón proveniente de la Indiaa bajo precio, por lo que
crearon grandes manufacturas textiles que terminaron por desplazar al lino y a
la lana en la confección del atuendo entre los europeos. Para ello, desde
mediados del s. XVIII, contaron con la progresiva aparición de nuevos inventos
que facilitaron una rápida y abundante producción.
Se comenzó con el descubrimiento de la lanzadera volante, siguieron los
diversos tornos de hilar que permitieron a un obrero trabajar varios husos a la
vez, continuaron con el telar mecánico y se combinaron de tal forma estos
diversos inventos que la cantidad de productos fabricados superó ampliamente la
demanda tradicional. Esta situación convirtió a Inglaterra en un país exportador
y en el verdadero taller del mundo en la primera mitad del s. XIX.
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